¿Cuál es el problema?
El suelo es un recurso natural no renovable. Sin embargo, las prácticas agrícolas actuales han acelerado su degradación, haciendo que gran parte de él no sea apto para el cultivo. Según la FAO, el 33% de las tierras cultivables del mundo ya están degradadas por la salinización y la contaminación química. Se prevé que en los próximos años 4.000 millones de personas, el 50% de la población mundial, vivan en zonas áridas, lo que pone en peligro el suministro de alimentos. Aunque una alternativa sostenible a este problema es el uso de inoculantes biológicos, los productos existentes en el mercado actual sólo son eficaces en suelos fértiles.
¿Cómo lo resuelven?
El objetivo de Puna Bio es romper la barrera de los bioinoculantes. La clave de su tecnología es el uso de microorganismos extremófilos, aislados del desierto salino más alto del planeta, que permiten el crecimiento de las plantas en condiciones extremas. Los inoculantes de Puna Bio funcionan mejor que ningún otro en suelos fértiles, hacen productivos los suelos salinos y tienen la ventaja de ser aptos para un amplio espectro de cultivos. Aprovechando todo el potencial de los extremófilos, la producción en suelos degradados dejará de ser una utopía.